jueves, 11 de diciembre de 2014

DIY falopa

Una de las cosas buenas de haberme mudado (ya escribiré en extenso sobre eso, lo prometo) es poder hacer cualquier huevada sin que nadie me haga mil preguntas al respecto. Así fue como una tarde me puse a hacer manualidades que no son dignas de aparecer en Pinterest pero no hay nada que me ponga más contenta que reciclar cosas viejas.

Posavasos

Materiales:

-Plásticos transparentes con forma de CD que sirven para proteger a los cds vírgenes que vienen al por mayor en esos recipientes redondos (?)
-Tatuajes temporarios comprados en Monte Hermoso en 1995 o Villa Gesell 2000 (supongo que fue en 1995 porque en el 2000 ya estaba grande para eso pero me cuesta creer que guardo cosas del '95 - mentira, guardo cosas más viejas todavía)



Se recortan los tatuajes de preferencia y se siguen las instrucciones.

Los usé una noche que vinieron a cenar mi hermana y mi cuñado.



Adorno para baño

Materiales:

-Set de jabones y flores regalo de mi frenemy Eve para mi cumpleaños en el 2008 y que me daba pena desarmar.
-Frasco de mermelada La Campagnola.



Se abre el paquete, los que entra adentro del frasco se mete, lo que no, se guarda para una futura manualidad. Se forra la tapa del frasco con el papel que venía al fondo de la cajita.

No sirve para nada pero queda más o menos lindo.




Bonus track: la cajita ahora es un mini costurero.

miércoles, 15 de octubre de 2014

Me asusta mi propia memoria

En 1996, una profesora nos cuenta que los nombres de sus hijos van a ser cortos, Mateo o Paz, porque el apellido de su marido es muy largo. No la vuelvo a ver.

En 2014 la encuentro en Facebook. Tiene una foto con la que supongo es la hija. Busco entre los amigos de ella alguien que tenga el apellido del marido, que todavía recuerdo, para ver si hay alguna Paz. Por supuesto, es la chica de la foto.

¿Ustedes también recuerdan cosas de hace mil años de gente que ni siquiera les importa?

martes, 7 de octubre de 2014

Primera semana

El otro día leí en Twitter a una chica que decía que en los 18 años que vivió con sus padres se había acostumbrado a no sé qué cosa. Imaginen yo en 35 a cuántas cosas me había acostumbrado. Sin embargo no fue tan traumático como pensé que iba a ser,

Hace poco más de una semana que me mudé y todavía estoy como cuando me voy de vacaciones, que me adapto enseguida pero sé que en pocos días voy a volver a mi casa y a mi vida de todos los días. Siento que mi casa (la que dejé) va a ser mi casa siempre y que donde estoy ahora es temporal. Como que son unos días en los que estoy jugando a estar sola pero en cualquier momento me vuelvo. Quizás no ayuda el hecho de que todavía me faltan cosas por llevar, otras por comprar, por lo que todavía no es "mi" lugar completamente. Espero que lo sea pronto.

En cuanto a lo más concreto, creo que recién al cuarto día me sentí bien y relajada. No terminaba más de limpiar, acomodar, guardar. Además nunca había cocinado por lo tanto pensar qué hacer, ir a comprar, y cocinar, me estresaba de tal manera que a las 9 de la noche quería tirarme a dormir 10 horas seguidas. Al final no es taaan difícil y de a poco le voy agarrando la mano (tengo un estómago sensible y necesito engordar, no me den consejos del tipo "pedí delivery"/"comete una ensaladita de lechuga"). Tengo que comprar algunas fuentes y pienso incursionar en el rubro tortas. Total, lo bueno de estar sola es que puedo experimentar cualquier cosa y nadie me va a criticar lo que haga o cómo lo haga.

Una comentarista me dijo "ya vas a ver que linda relación construís ahora con tus padres", Bueno, not. Hemos sido tan unidos que al hecho de que yo me haya ido "sin ningún motivo" (=no tengo pareja) mi mamá lo toma como un acto de abandono. Primero intentó convencerme de mil maneras para que me quedara, ahora me hace sentir con culpa. Lo último que me dijo fue que se sentía mal porque el tiempo pasa, y yo le dije que por más que me quede con ellos el tiempo va a pasar igual. Se enojó y no quiso que me llevara 4 mugrosos CDs porque no los había comprado yo. No tengo cable ni internet y son CDs que escuchaba sólo yo y que compraron cuando yo tenía 12 años, obvio que no tenía con qué pagarlos. Por suerte mi papá puso un poco de cordura y me pude llevar un poco de música, el único entretenimiento que tengo por ahora. En fin, que ellos se encerraron en su familia y ahora no tienen ni un amigo y yo me siento con culpa porque se quedaron solos. Sé que tengo que dejar de pensar así pero me cuesta.

Espero para la próxima contarles algo más divertido. Por ahora cierro esta primera crónica mandándole un saludito a mi psicóloga que me dejó justo ahora para ir a parir un hijo. Tengo el re timing, yo.


La cocina




miércoles, 27 de agosto de 2014

Día de mierda

No voy a hacer el juego de palabras "día de miércoles" porque es horrible y ya se hizo un trillón de veces.

Hoy es mi cumpleaños y si bien no suele ser mi día favorito del año (me cuesta ser el centro de atención, aunque sea de mi pequeño mundo), estoy de buen humor. Hoy no. Tampoco es que esté de mal humor, pero estoy entre preocupada, nerviosa y depresiva. Hace tiempo que estoy luchando contra el trastorno de ansiedad y los ataques de pánico, pero todavía no estoy del todo curada, y los pequeños contratiempos de la vida cotidiana (enfermedad de un familiar, de mi  perra, y dolencias mías varias - de las reales y de las psicosomáticas), más los cambios que se avecinan y a los que todavía no me atrevo a enfrentarme, nublan por completo el resto de las cosas buenas que me pasan, así que me levanté con más ganas de desaparecer que de festejar.

Apenas llegué al trabajo me tomé media pastillita mágica que me hizo sentir bastante mejor y ahora no siento tanto que sea un día de mierda.

Si festejara y hubiera torta y velitas uno de mis deseos sería tener una mente sana.

miércoles, 30 de julio de 2014

Real stalking

Una vez para stalkear a un tipo (año 2002) busqué en la guía de teléfonos la dirección de la que suponía era su casa, fui hasta allí y me quedé parada un rato en la puerta (al frente, mejor dicho) para ver si salía o si alcanzaba a distinguir algo en las ventanas.

No me vengan ahora con eso de mirar un par de fotos en Facebook.


miércoles, 16 de julio de 2014

Muchas reflexiones

El miércoles pasado, más o menos en el entretiempo del partido Argentina-Holanda, se murió mi abuelo. No fue una sorpresa, tenía 90 años y problemas cardíacos, y al menos yo ya me había mentalizado y casi no me puse triste. En parte fue un alivio porque la vida que llevaba no era vida: desde hacía años padecía demencia senil y ya casi no reconocía a nadie, estaba sentado sin hacer nada la mayor parte del día, no se acordaba de cosas básicas como por ejemplo si tenía que comer con el tenedor o con la mano, y era maltratado por mi abuela y mi tío, que se enojaban porque tenían que repetirle cien veces las mismas cosas. Los entiendo porque no es fácil convivir con una persona así, pero me daba mucha pena. Si bien no tengo una relación muy cercana con ellos, mi abuelo siempre fue bueno. Cuando todavía estaba dentro de todo bien, hacía chistes tontos y mi abuela siempre se enojaba y lo hacía quedar mal delante de los demás, y él nunca le dijo nada. Sonreía y bajaba la cabeza. En los últimos tiempos, en los pocos momentos de lucidez que tenía, manifestaba que estaba cansado de que lo trataran mal. 

Es la primera muerte cercana que tengo en mi familia, y a pesar de todo no lo sufrí tanto. Yo creo que todavía no caí, la psicóloga dice que ya hice el duelo antes, cuando mi abuelo dejó de "estar", a pesar de estar físicamente. Como sea, el hecho me hizo reflexionar bastante acerca de muchas cosas:

*La muerte es algo natural: después del shock inicial, mientras algunos salieron a hacer trámites, los que nos quedamos en la casa hablamos, nos reímos y hasta vimos los penales como si no hubiera una persona muerta a dos cuartos de distancia. Obviamente tampoco es que nos pusimos a contar chistes y el final del partido me causó la misma emoción que un documental en japonés sobre cómo crece el pasto, pero fue mucho menos dramático de lo que yo había imaginado.

*El reencuentro de la familia: por primera vez en no recuerdo cuántos años volvimos a estar todos los primos juntos. Eso que dicen de que en los velorios se encuentra la gente es verdad.

*Primeras veces: nunca había ido a un velorio. No sabía cómo era el lugar ni qué se hacía. Antes de entrar apagué el celular porque pensaba que el clima sería de solemnidad, pero nada que ver. Ahora entiendo la importancia de la gente que te va a acompañar y me arrepiento de no haber estado otras veces con quien lo necesitó. Tampoco había ido a un entierro, naturalmente, y mucho menos participado en un cortejo fúnebre.

*Cambios en las relaciones: nunca tuve una buena relación con mi abuela, pero ahora la trato mejor, y hago lo posible para ayudarla. Mi mamá se dio cuenta de que tiene que hablar o verse más seguido con sus primos porque son buenos y la ayudaron mucho.

Me quedo con el recuerdo de mi abuelo, que el miércoles a la mañana, después de que lo llevamos de vuelta a su casa cuando en el hospital nos dijeron que no hacía falta que quedara internado, no perdió su buena educación y me dijo "gracias por la visita".




lunes, 12 de mayo de 2014

Vivir sola

Hola, tengo 34 años y todavía vivo con mis padres.

Al escuchar esta frase más de uno saldrá corriendo, me imagino. No soy el estereotipo de gordo mantenido que vive pegado a la computadora pero algún problemita emocional tenemos los que hemos llegado a este punto.

Como no tuve que trasladarme de ciudad para estudiar ni he tenido una pareja estable, no existía un motivo concreto para irme. Y así fueron pasando los años sin que yo me diera cuenta, sintiéndome una eterna adolescente y pensando "cuando me case me iré". Hace algunos años (ya tenía como 27) me peleaba mucho con mi mamá y surgieron por primera vez las ganas de irme, pero económicamente era imposible. A esto le sumemos que mi mamá me decía que qué iba a hacer sola, que podía ser peligroso, que qué iba a pasar si me enfermaba, que ya no los quería más, que no valoraba lo que ellos me habían dado... Cuestión que al tiempo empecé a trabajar muy cerca de mi casa y con la excusa de la cercanía pateé el tema para más adelante.

Siguieron pasando los años y yo seguía sin darme cuenta. Cada vez se hicieron más frecuentes los ataques de pánico o ansiedad, lo cual me hacía pensar que en ese estado no podía vivir sola. Empecé terapia y después de unos meses llegamos a la conclusión de que lo que me genera esos ataques es el ahogo de estar todavía en mi casa. O bajo las órdenes de mis padres, mejor dicho. Porque a pesar de que soy bastante grande, todavía estoy cumpliendo el rol de hija/nena.

Durante mucho tiempo me autoengañé con que tengo mi plata, mi auto, puedo ir a donde quiera, pero en realidad no soy libre. Si vivo en la casa de otro, tengo que cumplir con las reglas del otro. Los sábados hay que limpiar e ir al supermercado, y si un fin de semana no estoy para cumplir algo de eso "no importa, hacé tu vida", pero "no sabés todo lo que trabajé cuando no estuviste" y "no te lo estoy echando en cara, solamente te lo cuento, porque vos te divertías pero yo lo único que te puedo contar es que trabajé". Puedo llegar a la hora que quiera (¡pero sin olvidarme de avisar!) pero "no me pude volver a dormir porque hiciste mucho ruido cuando llegaste". Puedo ir a danza, canto, bonsai, una actividad distinta cada día, pero "esto no es un hotel". Podría seguir pero no quiero aburrirlos.

Cuando me di cuenta de todos los años que había desperdiciado me largué a llorar. Supongo que si no me di cuenta antes es porque todavía no estaba lista para hacerlo. No puedo creer todo el tiempo que soporté vivir así, pero afortunadamente pude "despertarme" y voy a revertir la situación.

Después de tomar la decisión, vino lo segundo más difícil que fue comunicárselo a mi familia. Primero no se lo tomaron en serio, después intentaron por todos los medios convencerme de que me estoy equivocando, y ahora están en la etapa de entusiasmo mezclado con tristeza por lo rápido (?) que pasó el tiempo.

Yo estoy contenta y ansiosa aunque también con muchos miedos (¿me voy a deprimir? ¿y si me enfermo? ¿y si me asaltan? ¿aprenderé a cocinar? ¿y si no soporto y tengo que volver? y otros). A veces no tengo ganas de preocuparme más y digo "bueno, me quedo en mi casa, ya estoy acostumbrada", pero sé que así no voy a crecer nunca. Es algo que hay que hacer aunque duela (que en mi caso va a ser mucho).

Sólo espero estar tan ocupada tratando de manejar mi vida que no me quede tiempo para pensar estupideces.