domingo, 2 de junio de 2013

Crónica de mi breve terapia

El año pasado les comenté entusiasmada que finalmente había decidido hacer terapia. El entusiasmo, lamentablemente, duró poco.
 
El disparador para ir fue mi fobia para viajar en avión. Le pregunté a una compañera de trabajo que es psicóloga si conocía a alguien para recomendarme y me dijo "andá con Fulano, es ES-PEC-TA-CU-LAR". Me lo decía no sólo como profesional sino como paciente de él, ya que ella sufría más o menos lo mismo que yo y se curó. No me quedaron dudas.
 
Cuando le conté al tipo por qué iba, lo primero que me cuestionó fue "¿pero tenés planeado algún viaje en avión?". "No, pelotudo, pero si no me curo nunca voy a poder planear nada, y si me surgen viajes sin planearlos no voy a poder ir porque no voy a tener tiempo de curarme." No con esas palabras, pero más o menos eso le dije. Tuve ganas de no ir más, pero preferí darle una oportunidad.
 
Mi segundo problema eran los ataques de ansiedad/angustia, y el tercero, mis dificultades para relacionarme con la gente, hacer y mantener amigos. Se enfocó en este tercer problema.
 
Las primeras sesiones fueron productivas, principalmente porque saqué afuera muchas cosas que no hablaba con nadie. Hice algunos ejercicios en consulta y otros en la vida real de los cuales aprendí algunos "defectos" que tengo para socializar (y que modifiqué o estoy modificando).
 
Como veía que todo se iba mucho para el lado de "cómo hablar más con la gente" (digamos que no es algo que me importe demasiado) y "para que te acepten en un grupo hay que fingir un poco" (algo con lo que no estoy de acuerdo), lo traje de vuelta a la realidad de mis ataques. Me dijo, en síntesis, que esos ataques ocurrían porque mi vida "no es plena", que tengo que cambiar los pensamientos negativos por positivos y que tengo que hacer ejercicios de relajación. Genio. Y genia yo, también, por pagarle a alguien para que me diga algo que ya sé. Ah, me recomendó que leyera el libro "Confianza total". Segunda vez que me dieron ganas de no ir más, no sin antes decirle que es un pelotudo; en cambio le dije que yo no tenía problemas de confianza y que me parecían un verso los libros de ese estilo. Me quiso convencer de lo contrario. Bajé un capítulo del libro y confirmo que es un verso.
 
Más o menos a la sesión 7 (no es que tenga buena memoria, estoy leyendo mi libretita de notas) le dije "¿Ya está? ¿Cómo sigue esto? Si ya me dijiste lo que tengo que hacer para mejorar mi vida social, ¿de qué voy a seguir hablando?" No me acuerdo con qué argumentos, pero me convenció para seguir. Por suerte en esos días pasaron un par de cosas que dieron para hablar en las siguientes dos sesiones.
 
Llegué a la sesión 10, la última del año y última antes de sus vacaciones, sin mucho qué decir.  "Bueno, qué tenés ganas de compartir?", empezó. "Nada, tenía anotadas un par de cosas, pero ahora me doy cuenta de que no tienen importancia, así que no tengo nada para decir". "Bueno, alguna otra cosa que quieras compartir?" "No, nada". Menos mal que siempre llevaba mi libreta para escribir alguna gilada o aunque sea hacer doodles, porque muchas veces se quedaba en silencio mirándome y yo sin saber qué carajo decir (y él tampoco, lo que es peor).
 
Estábamos en eso de que yo no tenía nada para "compartir", y yo esperaba que me dijera que me fuera, prefería salir a los cinco minutos de haber entrado y no esa tortura de que no pasara nada. Pero no. De la galera de la sabiduría sacó cuatro frases, denominadas por él "Pensamientos Flexibles" y que dicen maso meno sasí:
 
1) No se puede tener todo
2) Nada es para siempre/todo pasa
3) Lo bueno demanda esfuerzo
4) Quedarse en la zona de confort sólo cuando es realmente necesario (no dijo "zona de confort", pero la idea era esa)
 
Y otra vez le estaba pagando para que me dijera semejantes verduras. Y no sólo las decía, sino que además las explicaba. Me explicaba frases que se explican solas.
 
Faltaba como media hora y para rellenar me contó uno de esos cuentos de viajeros que llegan a un pueblo y etc. Seguía sobrando tiempo y me pidió que hiciera un resumen de cómo me había sentido, qué había aprendido, qué esperaba. En dos frases dije todo. Él me hizo su "devolución": estoy más flexible, más abierta, voy mejorando. Nada que yo no supiera.
 
Nos despedimos con un "nos hablamos al regreso de las vacaciones". Ninguno dijo nada pero los dos sabíamos que eso no iba a pasar.
 
¿Me sirvió para algo? En parte sí y en (mayor) parte no.
 
Problema 1 - Viajar en avión: era el asunto más urgente y lo hice, medicada, sí, pero antes ni siquiera me había animado a eso. No sé si tuvo que ver con la terapia o  no, pero bueno, digamos que mi problema más grande se solucionó. 
 
Problema 2 - Ataques de pánico: he vuelto a tener. Él me enseñó cómo controlarlos pero no me enseñó cómo hacer para que no vuelvan. Ahora ya sé que la terapia cognitiva no me puede ayudar en eso.
 
Problema 3 - Socialización: mi idea era cambiar algo interno que me permitiera sentirme cómoda con la gente que me rodea pero, o no se puede hacer, o tampoco es la terapia indicada. Todos los ejercicios y consejos que me dio eran superficiales: "hablá con todo el mundo, de cualquier cosa, aunque no tengas ganas", "si te insisten en hacer algo que no querés, decí que no pero con alguna mentira, nunca digas la verdadera razón", "si algo te molesta, no lo digas", "si estás por putear a alguien, tranquilizate y decile lo mismo pero de manera amable", "nadie tiene que saber lo que realmente pensás sobre tal o cual tema". En síntesis: iba a seguir siendo la misma rara que no aguanta a nadie y que no encaja en ningún lado, pero ahora encima tenía que fingir que no era nada de eso. ¡Doble trabajo!
 
Por ahora sigo como estoy, tal vez alguna vez juntaré fuerzas nuevamente para encarar otra terapia.
 
PD: me recomendaron otro psicólogo, pero lo googleé y... después les cuento.

14 comentarios:

Ashiku dijo...

Nunca hice terapia, pero los consejos para el problema 3 me parecen de terror!! Es como "comprar" amigos fingiendo eternamente lo que uno no siente ni es, y eso no seme hace que sea bueno para uno. ¿Para qué lo harías? Para estar rodeada de gente hablando pavadas?
Yo soy muy sociable y me gusta la gente, pero me causa placer, cuando digo "No" a algo, explicar claramente por qué no, sin ofender, entre risas si es necesario, porque además le abre la puerta al otro para ser igual de sincero y para identificarse conmigo con sus propios "no" a algo. Por lo menos,digamos, al que le cae bien la actitud, es potable para seguir cultivando amistad, es una manera de mostrarse, claramente, y que el otro nos elija o no. Buscate otro sicólogo, alguien con más vocación de ayudarte.

Un Poco Rara dijo...

En principio las recomendaciones que te dio parecen delesnables, pero me parece que tienen que ver con mostrarte más abierta ante los demás para que, a su vez, se abran hacia vos sin miedo a que los muerdas.
Si los ataques de pánico son reales, con la sensación de que te vas a morir, consultá un psiquiatra. El psicólogo solo no te va a poder ayudar con eso.
Y paciencia. Mucha.

Ashiku dijo...

Sí, después me quedé pensando en lo que dice Un Poco rara, en una de esas al conocerte y escuchar cómo socializás, el tipo vio que para arrancar te convenía aplicar a lo terapia de shock esos consejos, hasta que le agarrés "el gusto" al trato con la gente. COmo una autoeducación, para romper prácticas sociales que a lo mejor él, al escucharte, notó muy ofensivas al cuete. Así que démosle la oportunidad al tipo, jajaj. LO bueno es que pudiste viajar en avión!!

Alicia's Own dijo...

Mi consejo es que nunca dejes terapia por un psicólogo que a vos no te sirvió, seguí buscando. A mí me pasó, pasé por dos y busqué otra con la que me quedé. Seguí, seguí buscando.

Richard dijo...

Hola Sil, estamos igual por el punto 3, después de tanto tiempo llegué a la conclusión que no soy un animal sociable, por lo cual dejó de preocuparme mi distancia con las personas. A la larga, todos vamos a terminar solos.
Un beso y que sigas bien!

E. dijo...

Tendrías que entender que no sos igual a la mayoría de la gente: querer sociabilizar con ellos a la fuerza es como querer hacerlo con alguna especie animal, o con extraterrestres. No se puede, no son tus congéneres y punto, no hay vuelta que darle; hay una división intelectual, y luchar contra ella solamente te va a servir para frustrarte y hacerte daño al pedo.

El punto es encontrar gente "rara" de tu especie, con la cual no te va a costar mucho sociabilizar y forjar un vínculo duradero. Y eso no se soluciona con terapia, y menos con un tipo como el que describiste, que es el más mediocre exponente del rebaño con el que no podés congeniar: ¿qué puede entender lo que te pasa? Es como preguntarle a un perro el secreto para llevarse bien con ellos, y que te diga que orines en los árboles. Onda que no da.

Dayana dijo...

Debo reconocer la parte que me toca en este tema porque soy una gran defensora de la terapia y, además, te insistí por mail para que pruebes por ahí para encontrar una resolución a tus conflictos.

En ese sentido es que voy a dividir mi comentario en dos partes: la experiencia concreta con el psicólogo éste en particular y lo que personalmente pienso de algunos de tus planteos.

Por el lado del psicólogo veo varios problemas (hasta me da pie para escribir cómo elegir un psicólogo en mi blog):

1- Su "onda" no pega mucho con vos.
Según la formación teórica y el "estilo" de cada profesional es su manera de encarar la terapia... y en esto es como muchas otras profesiones donde tenés los académicos y los hippones, los yuppies y los naturistas, etc.

2- A mi la onda "Confianza total" también me genera el efecto contrario... pero no leí el libro y quizás es prejuicio.
Sí he leído los de Rolón y Pilar Sordo y están buenos.

3- Creo que también falló él en no plantearte (o quizás lo dijo y no lo escribiste acá) qué podías esperar de la terapia y qué no y cuál iba a ser la dinámica de los encuentros.

Rolón en su libro (y mi psicóloga cuando la conocí) plantearon que los primeros encuentros no eran sesiones si no entrevistas para que el profesional y el paciente se conozcan, se elijan el uno al otro y se sientan en confianza. Sólo después de una aceptación mutua daba comienzo la terapia propiamente dicha.

Esto por un lado...

Sil dijo...

Ashiku 1: tal vez es un problema mío, que yo quiero mantener mi forma de ser y los otros me acepten como soy, pero parece que es difícil.

Ashiku 2: es que me parece que esa terapia no es útil, al menos no para mí. Yo quiero que el cambio nazca de adentro, que naturalmente me salga relacionarme con la gente. Repito lo que dije en el post, no sé si eso es posible.

Alicia: no, no quiero dejar, pero me da fiaca empezar todo de vuelta.

UPR: como le dije Ashiku, mi idea era que esa apertura hacia los demás naciera de adentro y no fingidamente. Este tipo trabajaba con un psiquiatra en caso de que necesitara medicarme, pero por el momento no hacía falta. (Fui a un psiquiatra hace algunos años y tampoco me ayudó).

Richard: no me preocupa mi distancia con las personas hasta que eso empieza a afectarme (trastorno de ansiedad, ataque de pánico, whatever). Beso!

E.: ya te dije una vez en tu blog que te amo.

Lo de encontrar gente parecida a mí es ideal pero muy difícil, no he conocido muchos.

Dayana: ya te llegó mi respuesta por mail.

Marga dijo...

Nunca fui a un psicólogo; mejor dicho sí fui a una neuropsicóloga que me hizo unos tests cognitivos, pero nunca a nadie que me ayude ni me diga cómo tengo que actuar.

Si todos son así, prefiero no ir. Yo creo que aquí hay gente que te daría mejores consejos.

Besos.

Sil dijo...

Marga: por supuesto que no son todos así. Como en todas las profesiones hay buenos y malos. Y dentro de los buenos, hay que buscar hasta encontrar el que encaje con nosotros.
Besos.

Ashiku dijo...

Te entiendo y estoy de acuerdo con que el cambio tiene que salir de adentro. Peeeero, ojo, a veces el exterior ayuda de afuera para adentro... Puede ser una técnica. Mirá lo que te voy a contar, no tiene nada que ver con lo tuyo pero sí. CUando uno adopta un chico tiene mucha expectativa, mucho mandato, mucho julepe, responsabilidad. El chico llega, uno lo ve y no siente NADA, es un desconocido. Hay una técnica que se enseña a los padres adoptantes, que no recuerdo como se llama, en la que vos, aunque no sientas nada, hacés como que sí, que lo amás profundamente, que te encanta tooodo del pibe, lo abrazás aunque no te surja espontáneamente, te obligás a besuquearlo... Y en algún momento, mientras se hace todo eso como técnica y un poco obligadito, algo hace click y el nene se te metió en el corazón.

Sil dijo...

Ashiku: qué interesante lo que contás. Seguramente funciona (en mi caso también) pero se requiere de una paciencia que yo no tengo. Un tiempito en que no veo resultados y me canso y abandono. Por ahí debería empezar primero por tratar la impaciencia.

Ashiku dijo...

Sí, paciencia, paso a paso. No le exijas a un día más de lo que puede dar. Un día, un click, un cambio, una sonrisa, una pequeña tolerancia nueva. Cuando notes la devolución de la gente, le vas a agarrar el gustito.

Laura B. dijo...

Repito tu opinión y le regalo un aumentativo: qué pelotudón. A mí terapia me hace muy bien, pero no creo que el gran proceso este EN terapia. Esta en otro lado. Encontrar dónde, el Quid.

Besos van!