Lo malo de las vacaciones

Como se habrán dado cuenta por el post anterior, tuve unas vacaciones espectaculares. De 10 días en la costa argentina, no hubo ni uno solo de frío o lluvia, y eso es más de lo que se puede pedir. Al regresar, empiezan las vacaciones para la mayoría de la empresa, así que la tranquilidad que hay en la oficina me pone de buen humor y la transición entre relajación y locura es suave.

En estos días de solaz, hasta se me pasó por la cabeza cerrar el blog, pero sé que aún me quedan cosas de las que quejarme (en definitiva, para eso empecé a escribir). En esta oportunidad, tres broncas veraniegas:

ANTES

Cuando le contaba a alguien que me iba con mi hermana y mi cuñado recibí comentarios como "¿no les vas a cortar la intimidad?", o caritas del tipo "vas a quedar en el medio", "vas a controlarlos?", "qué desubicada", "qué vas a hacer?". Al que me contó que se va con su esposa y una pareja amiga yo no le pregunté si ellos dos le iban a cortar la intimidad a la otra pareja o viceversa. Al que va con sus hijos tampoco se lo pregunto. Al que va con los suegros, tampoco. Pero claro, se piensan que como una está sola no tiene nada más entretenido para hacer en las vacaciones que meterse en la pieza de los otros, o caminar de la mano con la pareja, o estar todo el tiempo sentada entre los dos para escuchar conversaciones privadas. ¡Estúpidos, púdranse!

DURANTE

A los enfermitos y enfermitas que no se les entiende nada cuando hablan y que pululan por las playas repartiendo entradas para boliches los enterraría en la arena con la cabeza afuera para que los perros les hagan pis. Entiendo que es su trabajo, pero los odio igual. Esta vez tuve suerte, se ve que los años me dieron arrugas, o cara de culo, o un cartel de NERD flotaba sobre mi cabeza, porque me ignoraron completamente. Y yo que había preparado el speech para cuando vinieran a preguntarme si quería ir a Pueblo Límite: "soy mamá, ya no voy a esos lugares".

DESPUÉS

Si hay algo que me enfurece tanto como que me llamen por otro nombre, es que al regresar me digan "¡pero no tomaste nada de sol!". Les cuento, el color de mi piel es blanco Ala, y por más que me pase tres meses tirada en la arena de Punta Cana, no se va a oscurecer más que un par de tonos. Para evitar ponerme roja y que se me salga la piel, y para que los horribles lunares que tengo no se me transformen en cáncer, tengo que usar una protección muy alta y tomar sol después de las 6 de la tarde. En esas condiciones, pasar del Ala al marfil es todo un logro. A veces tengo suerte y puedo pasar de marfil a ser humano, y yo ando feliz con mi "bronceado" hasta que un infeliz me dice "no tenés color". Estúpido, tarado, ciego, no te acordás de mi color original??? Cómo pretendés que vuelva Beyoncé si me fui siendo Viviana Canosa?? Algún día me voy a bajar la bombacha para que vean la diferencia, carajo. Y por cierto, ¿quién dijo que vacaciones=tomar sol? Hay mil cosas más interesantes para hacer, así que si quiero volver blanca por voluntad propia estoy en todo mi derecho.