viernes, 31 de diciembre de 2010

Fin de año

El año pasado me pareció una buena idea hacer una lista de las cosas buenas, como una especie de balance pero sólo con el lado positivo.
Veamos esta vez qué tal me fue:
Volví a (intentar) tocar la guitarra
Hice danza clásica
Tengo un nuevo título para agregar a mi CV (no sé para qué, pero ahí está)
Conocí nuevos lugares
Leí muchos libros
Descubrí música a la que nunca le había prestado atención (¿cómo viví tantos años en la ignorancia de no haber escuchado esto o esto?)
Estuve un día en Buenos Aires, caminando, entrando a mil negocios, sacando fotos (para ustedes que viven allá, probablemente odien la ciudad, pero para "los del interior" es todo un acontecimiento. Y en media hora hice el trámite de mi nuevo DNI)
Viajé sola y no me agarró pánico ni ansiedad ni niguna de esas cosas raras que me suelen pasar a mí.
Tuve las vacaciones más relajantes que recuerde
Me aumentaron el sueldo en reconocimiento a mi labor (?)
Por primera vez me animé a no usar flequillo y a pintarme las uñas de color oscuro (comentario bien de minitah)
Me di el gusto de cantar en público tres cosas que siempre quise cantar: el himno, el Aleluya de Haendel y canciones de Queen.
Hice las paces con alguien del pasado.
Recibí varios regalos.
Por otro lado, me apuntaron con una pistola y me robaron casi todo, me cagaron personas que consideraba amigas, sigo sola, no puedo superar la fobia al avión y nuevamente rechacé un viaje que me regalaron, y mi papá tuvo un problema de salud que me asustó bastante, días antes de navidad. Afortunadamente este lado de la balanza fue el que menos se inclinó.
Les deseo un gran año, queridos lectores. Gracias por estar ahí.

martes, 28 de diciembre de 2010

28 de diciembre

No puedo creer que todavía haya gente tan pelotuda y con tanto tiempo al pedo como para tomarse la molestia de inventar una broma imbécil por el día de los inocentes. Y yo que tengo mil problemas y ni sé en qué día vivo caigo como una idiota.

sábado, 18 de diciembre de 2010

Ay

Me destrozó el corazón y juré que nunca, nunca, nunca volvería con él. Me enferma que los que me conocieron por aquella época me digan que la razón de mi soledad es que todavía no puedo olvidarme de él, porque no es así. Hace más de dos años que no nos comunicamos y ni pregunto a nuestros amigos en común qué es de su vida, porque no me interesa.
Hubo un momento en el que él tuvo que elegir, y no me eligió a mí. Me dolió pero lo entendí, porque tenía razón. Él hizo su vida y yo la mía. Él tiene una hija y yo... bueno, no hubo grandes cambios en mi vida, pero aunque no llegué a enamorarme, hubo un par de hombres que me hicieron olvidar de él.
Pero, obviamente, una nunca se olvida completamente de un hombre.
A qué viene todo esto. Que tengo un concierto en el que voy a cantar algo que sé que le va a gustar, y le mandé una invitación. La excusa (berreta) perfecta para volver a entrar en contacto. (¿Para qué?, me pregunto ahora. En fin, ya lo hice.)
Y me respondió, casi instantáneamente, con la mejor onda del mundo.
Y sonreí como hacía tiempo no sonreía. Un poco por "je, me salió bien, cayó en la trampa, qué fáciles son los hombres" y otro poco por "qué emoción, a lo mejor lo vuelvo a ver".
Y se me hizo un nudo en la panza. Porque cuando me acuerdo de las cosas que me gustaban de él, lo extraño un poquito.
Y me pongo a pensar si, llegado el caso, podría cumplir lo que juré nunca, nunca, nunca volver a hacer.

martes, 7 de diciembre de 2010

Charla con mis padres

Hace unos días tuve un par de conversaciones de lo más gratificantes con mis padres. Una tarde, yo le comentaba a mi mamá lo bien que había pasado la noche del sábado, viendo House y tocando la guitarra, a lo que contestó:

- Pero no puede ser, tenés que salir...
-¿Salir a dónde? ¿Con quién? ¿A hacer qué? ¿Meterme en un boliche lleno de borrachos a hacerme la que bailo con una música inmunda? Prefiero seguir encerrada toda la vida.
- Bueno, pero no te podés quedar sola. Te estás haciendo grande, y no tenés que estar sola.

Creo que una daga clavada en el cuello me hubiera dolido menos.

Ese día más tarde, o unos días después, no sé a cuento de qué, volvió a salir el tema. Ah, sí, ya me acuerdo. Mi mamá me elogiaba mi nuevo corte de pelo, me decía que estaba más linda y que cómo podía ser que estuviera sola.

-Porque son todos unos imbéciles.

Más blabla que no recuerdo, hasta que me dice:

- Lo que pasa es que vos no le das bola a nadie
- ¿A quién no le doy bola? Como si tuviera una cola de príncipes azules que estoy rechazando.
- Esteee mmm bueno, no...
- ¿A quién querés que le dé bola? ¿A Fulanito? ¿A Menganito? (acá nombré a un par de impresentables que fueron lo más parecido que tuve a un "pretendiente" en el último tiempo)
- Jaja. Y, no...

Como si no fuera suficiente, se acopló mi papá:

- El otro día escuché a no-sé-qué-fulana-de-la-tv y decía que hay que bajar las expectativas.

- Buenos, entonces que las baje ella a las expectativas.

Y me fui, dando por terminada la charla.

¿Cömo es eso? No me entra en la cabeza conformarme con cualquiera solo para no llegar "a grande sola". Además, no es que yo tenga estándares muy altos. No espero a un gerente de multinacional ni a un dueño de su propia empresa. Me da lo mismo si vive con sus padres. No pretendo que sea Brad Pitt o Jude Law, ni quiero que toque el violín o haya tenido 10 de promedio en la universidad. Ni siquiera pido que haya ido a la universidad.

Sólo quiero un buen tipo, que no sea ni un idiota ni un monstruo con mal aliento. Si me tengo que conformar con algo menos que eso, prefiero pasar el resto de mi vida sola en una habitación tratando de aprender los acordes de todas las canciones de Queen.

sábado, 4 de diciembre de 2010

Tradiciones que habría que eliminar

Anoche había una fiesta de cumpleaños al lado de mi casa. 34 años cumplió el boludo de mi vecino y los invitados todavía le siguen cantando el queloscumplasfeliz y el amiguitoquediostebendiga.

Me daban ganas de tirarles un balde de agua por encima de la tapia.