Así como el año pasado mi lema era "hago lo que tengo ganas de hacer, no voy a ningún lado por obligación o compromiso", el de este año es (o pretendía ser) "estoy harta del encierro, donde sea que me inviten voy". Sin muchas ganas pero "motivada" por el lema auto-impuesto, el sábado a la noche fui a un cumpleaños que se festejaba en un pub/boliche/whatever. Uno de esos lugares que odio.
Apenas llegué, me acordé de todas las personas que me dicen "cómo vas a conocer a alguien si nunca salís?". Eran TODAS MINAS. En fin, ni bien me siento se me para un tipo al lado, me toca el hombro y me dice hola. Yo, tratando de ser simpática (y, en definitiva, era el único ejemplar masculino que se veía cerca), seguí la maldita tradición argentina de saludar con un beso a un desconocido. Hola *beso* disculpá, te ocupé el lugar?. No, me dice, soy el mozo, vine a ver si querías tomar algo. Se nota que no salgo nunca, no?
Como había cenado antes de salir, no tenía más para hacer que mirar las pantallas esas en las que ponen algo que nada que ver con la música que está sonando. Obviamente ésta sonaba tan fuerte que impedía cualquier tipo de conversación que se pudiera haber llevado a cabo. A nadie parecia importarle, total, estaban ocupados en comer sus pedazos de pizza. Volviendo a la música y a las pantallas, rescato el hecho de que sonaba rock del que me gusta, y que las imágenes eran de un documental sobre Baryshnikov. Muy loco, pero sin exagerar fue lo mejor de la noche.
Así pasaban los minutos mientras esperaban que pusieran música "bailable". Después de lo que parecieron horas, por fin llegó el momento de mover el cuerpo. No sé qué tienen los DJs en los oidos. El Sweet Child O Mine que sonaba durante la cena tenía más onda que las porquerías que ponía. Si a la mala música le sumamos la falta de algo más o menos parecido a una "pista de baile" (estábamos en medio de las mesas en el corredor que iba para los baños) y la falta de ganas de toda la gente que estaba en el lugar (se movían como si tuvieran los pies estaqueados al piso), rápidamente me di cuenta de que si salía antes de las 3 todavía iba a tener tiempo de ver algo en tele antes de dormirme.
Me volví con los pies doloridos (de estar parada sin moverme) mientras pensaba por qué la gente, los "jóvenes", siguen haciendo lo mismo todos los fines de semana, si evidentemente no lo estaban disfrutando. Y claro, después de 10 años de ir a los mismos lugares y escuchar la misma música qué ganas van a tener de bailar. Y caigo yo con energía acumulada de tres meses sin salir y están todos más muertos que una momia.
¿Cómo era mi lema del año pasado?