viernes, 24 de abril de 2009

Cheese!

Generalmente el tema surge cuando alguien que está comiendo frente a mí tiene un plato humeante de tallarines con mucho queso, y yo no puedo evitar fruncir la nariz, echarme hacia atrás en la silla, y emitir un quejido de disgusto.

No me pregunten por qué, nunca me gustó el queso y ni siquiera soporto el olor (sobre todo cuando es queso caliente, o queso rallado), y detecto la partícula más pequeña que por descuido puede haber caido sobre mi porción.

"¿No comés queso? ¡Sos extraterrestre!", me dijeron no hace mucho. Acepto que el queso es uno de los alimentos más comunes sobre la faz de la tierra, pero que a mí no me guste no me convierte en ET. El sábado estaba almorzando con un grupo y varios de ellos sacaban las aceitunas de las empanadas. "¿Por qué ustedes no comen aceitunas y a mí me dicen rara porque no como queso?", pregunté. "Bueno, pero las aceitunas es común que no gusten, en cambio el queso no". Por favor que alguien me diga dónde está escrito qué alimento debe gustar y cuál no.

Ya no sé cuántas veces he respondido "no soy alérgica al queso", "de chica no me empaché con queso", "leche y yogur sí me gustan", y "no me gusta ningún tipo de queso". Demasiado sufrimiento es sobrevivir una noche sólo con gaseosa porque a los demás se les ocurrió ir a una pizzería como para tener que soportar además que siempre me pregunten lo mismo.

Y haciendo hincapié en el tema de la pizza, ya que existen tantas variedades, pasando desde la rúcula al ananá, ¿por qué nadie inventa una pizza sin queso? A veces saco el queso y me como sólo la masa, pero el procedimiento es bastante antiestético y de cualquier manera sigo percibiendo ese sabor que me provoca nauseas. Un día, harta de todo esto, le pedí a un mozo una pizza de jamón, pero que la mitad no tuviera queso. Tardé cerca de 10 minutos en hacerme entender (parece que en sus 40 años de mozo nunca se había topado con un especimen como yo), pero finalmente pude disfrutar de una pizza riquísima sin queso.

Por suerte existe mi amigo el Colo, tan freak como yo. Cada vez que salimos a comer, mientras demás eligen pizza, el Colo y yo compartimos un lomito extra grande, obviamente sin queso.

Nota: Creo que a nadie le importan mis hábitos alimenticios, pero es viernes a la tarde, llueve, tenía ganas de escribir algo y esto es lo que estaba más maduro dentro de mis borradores. Sepan disculpar.

miércoles, 15 de abril de 2009

Alcohol

No tomo alcohol. No me gusta. No me gusta el sabor de la cerveza, ni del vino, ni del fernet, ni del champagne, ni de nada que tenga alcohol. Como mucho tomo una copa de sidra o ananá fizz en las fiestas. Punto. No sigan insistiendo. Que me hayan visto en una fiesta tomar un gancia con Sprite no quiere decir que me guste, simplemente tenía sed y eso era lo único que había disponible.

De más está aclarar que nunca me emborraché, ni pienso hacerlo. Un trago de champagne me marea, y un vaso de vino blanco me pone a dormir. Nunca falta el imbécil que dice "ya te vamos a emborrachar, ya vas a ver". No sé cómo pretenden hacerlo, ¿atarme a una silla y enchufarme un embudo en la boca? Además, ¿para qué querría emborracharme? No necesito alcohol para desinhibirme o divertirme. Si la fiesta está buena voy a bailar hasta las 7 de la mañana sin más estimulante que una Pepsi. Aparte, ¿nadie se da cuenta de que los borrachos son patéticos? Dicen cualquier cosa, hacen el ridículo de todas las formas posibles, y en el peor de los casos terminan vomitando y al día siguiente con una resaca que supongo debe ser una de las peores sensaciones del mundo.

El primer premio a los comentarios imbéciles al respecto se lo lleva: "bueno, aunque sea una vez en la vida te tenés que emborrachar, para saber qué se siente". Mongui, no quiero saber qué se siente, seguramente se siente mal y la vida es demasiado corta para pasar voluntariamente malos momentos. Aunque capaz que tengas razón, ¿por qué no vas y te tirás abajo del tren para ver qué se siente? Dale, es una sola vez en tu vida.

Déjense de joder y pónganse en pedo ustedes (no ustedes los que están leyendo), así se les quema la cabeza y el hígado y no molestan más.

jueves, 9 de abril de 2009

Efemérides

April 9th, 1996

Yo estudiaba inglés en un instituto. Esa tarde llegué un poco más temprano y me quedé en la puerta del aula charlando con mis compañeras. Al final del pasillo divisé un bombón alto y rubio, hermoso, perfecto, pero no dije nada. Solamente pensé en lo afortunadas que eran las compañeras de ese chico.

Suena el timbre y entramos a clase. Me senté en la fila de atrás, y al lado mío se sienta el rubio bombón. ¡Casi me desmayo! Mis compañeras hacían señas y yo me moría de vergüenza. No podía mirarlo directamente. De reojo alcancé a ver que sus muñecas estaban llenas de pulseritas rojas y azules, sus zapatillas eran rojas y azules, y tenía una gorra roja y azul. Fanático de San Lorenzo. Era de Buenos Aires pero hacía poquito que estaba viviendo en Córdoba.

El primer ejercicio que nos da la profe era para hacer de a dos. Yo con el rubio. Tanta vergüenza tenía que le dije "dejame que lo haga yo, vos si querés corregilo después". El segundo ejercicio otra vez de a dos. Nuevamente, lo hice yo sola porque me daba vergüenza hablar con el rubio. La clase siguiente el rubio se sentó en la fila de adelante y nunca más volvió a trabajar conmigo hasta el examen final, que hicimos juntos por tener promedios similares.

A pesar de mi poca calidez y hospitalidad del primer día, a partir de ahí empecé a perseguirlo. Llegaba siempre antes para ver si podía hablar un rato con él (¿?), me ponía polleritas cortas (¿?¿?), le festejaba cada chiste tonto. Detalle que no es menor: en esa época yo usaba anteojos, y a los 16 años nadie le da bola a las chicas de anteojos. Anteojo anula pollerita.

Cada vez que me daba un beso (en la mejilla, obvio), yo lo anotaba en un cuadernito (¡!) que aun guardo (¡!¡!). Un día estábamos saliendo, y él estaba esperando en la puerta para dejarnos pasar (¡qué caballero!) y yo empecé a caminar despacio para hacerme la linda, y él me empujó como diciendo "tarada, movete de una vez!". Sin embargo yo estaba enamorada. Promediando el año, me enteré de que tenía una novia, Débora. Esa fue la primera vez que me rompieron el corazón :( Pero era tan lindo que yo seguía soñando con él. No podía concentrarme en el estudio, fue el año que tuve peor promedio, tanto que podría haber sido abanderada pero no lo fui.

El último día de clases de ese año lo seguí hasta el shopping, y una vez ahí me iba escondiendo detrás de las macetas como en las novelas o en las películas. No sé qué pretendía lograr con eso. Pero sabía que probablemente no lo volvería a ver.

Pasó el verano y me olvidé de él. Al año siguiente me lo crucé en el instituto, ¡estaba tan feo!, o tal vez no, a mí ya no me gustaba. Nunca más supe nada de él. Lo googleé, lo facebookeé, y nada.

Pero por alguna razón, cada 9 de abril me acuerdo del día en que lo conocí.

lunes, 6 de abril de 2009

Vamos de paseo

La próxima vez que alguien me diga "y ahora que tenés el auto, te vas todos los fines de semana a las sierras, no?" voy a gritar.

No sé qué mecanismo ilógico usan para deducir auto=paseo serrano. El auto lo tengo porque me cansé de los taxis con asientos sucios y conductores charlatanes que siempre demoran y me hacen llegar tarde al trabajo, de los colectivos que también demoran, llenos de mujeres con chicos que lloran y se les caen los mocos, y de los momentos bochornosos cada vez que salgo y algún baboso insiste en llevarme de vuelta a mi casa con la secreta esperanza de que algún día le devuelva el favor con un poco de mi cariño.

Y sí, cuando tenga que ir a las sierras iré en el auto, pero ya déjenme de romper las pelotas. Déjenme que use el fin de semana para estar tirada en la cama mirando Monk. Cómprense un auto, váyanse a la sierra más alta y no me jodan más.

No sé por qué pero parece que me levanté medio agresiva hoy.